
René Dávila
MÉXICO.-La piromanía es la tendencia enfermiza, deliberada y consciente a provocar incendios en más de una ocasión y se inicia a temprana edad, entre los 8 y 12 años. A este trastorno mental se le conoce como la falta del control de los impulsos y es detectado y tratado en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Los casos de pirómanos están relacionados con la rebeldía. Algunas de sus manifestaciones son: rabietas frecuentes; excesivas discusiones con adultos; desobediencia; cuestionar las reglas constantemente; molestar a los demás; culpar a otras personas; actitud frecuente de disgusto; hablar con severidad o poca amabilidad y buscar revancha.
Como todos los padecimientos psiquiátricos, la manía incendiaria tiene su origen en la mente reactiva, la parte que no razona, y que se basa en impulsos instintivos. Algunas de sus características son el bloqueo del recuerdo auditivo; compulsiones; psicosis o pérdida del sentido y del juicio de la realidad y neurosis, que es la conversión de un sufrimiento emocional o de un conflicto inconsciente en un síntoma físico.
Esos son los síntomas que, en conjunto, impiden al sujeto pensar libremente, bloqueando los mecanismos de análisis de las cosas. En el niño, la evolución de este desorden conductual puede obedecer a causas como: un daño cerebral, haber sufrido abuso, vulnerabilidad genética, fracaso escolar y experiencias traumáticas.
El doctor, Enrique Camarena Robles, especialista del Hospital de Psiquiatría “Dr. Héctor Tovar Acosta” del Instituto, dijo que el pirómano tiene interés, curiosidad y atracción por todo lo relacionado con el fuego; suele tratarse de personas solitarias, grises, que no llaman la atención.
La mayoría de las veces sólo son detectadas cuando acuden a consulta por otras razones como conducta rebelde y desafiante.
La piromanía es identificada por psiquiatras del Seguro Social a través de una historia detallada del comportamiento hecha por padres y maestros, observaciones clínicas y algunas veces, mediante una prueba psicológica consistente en exámenes que contienen preguntas relativas al fuego y la agresividad, entre otras.
El tratamiento incluye terapia de grupo o familiar, con la que se introducen cambios en el hogar, como mejorar la capacidad de comunicación y fomentar la interacción entre sus integrantes. También se recurre a medicamentos como antidepresivos o neurolépticos, en dosis bajas.
En personas piromaniacas, el sentimiento de culpa es escaso, aunque reconozcan que lo que hacen es incorrecto, tienden a disimular su comportamiento alterados o delictivo para ocultarlo.
Los trastornos de la conducta son diagnosticados con mayor frecuencia en los varones que en las niñas, en proporción de 4 a 1, afectando sobre todo a quienes viven en las grandes ciudades y los exámenes neuropsicológicos, como la tomografía cerebral, permiten detectar la presencia de un posible daño en el lóbulo frontal en estos enfermos.
Se considera que el temperamento de estos pacientes tiene un origen genético, y que aquellos de carácter difícil cuentan con mayor probabilidad de presentar problemas del comportamiento.
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