
René Dávila
MÉXICO.-Para lograr que México mejore sus índices de productividad, es indispensable que los niños que hoy asisten a la primaria tengan desde ese nivel una mejor educación y que se eleven los índices medios de escolaridad, especialmente, dentro de la Población Económicamente Activa.
Además, es indispensable incursionar en nuevos nichos de oportunidad que mejoren la competitividad nacional en los mercados mundiales y simultáneamente hacer frente, de manera más eficaz, a las necesidades de la población; estas tareas hacen necesario la creación de un Sistema Nacional de Innovación, que entre sus objetivos, impulse el crecimiento sostenido del sector productivo, aseguró el Director General del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Enrique Villa Rivera.
Al participar en el Panel “Competitividad Visión del Estado, la Educación, las Empresas y la Ingeniería Civil”, en el marco del XXIV Congreso Nacional de Ingeniería Civil, el politécnico indicó que una sociedad como la mexicana, que aspira a darle al conocimiento un lugar central, supone nuevas y más eficaces inversiones que incrementen y diversifiquen la matrícula, modifiquen cualitativamente el perfil de los nuevos egresados y lleve a cabo tareas indispensables para la actualización y recalificación de los profesionales.
México tienen una ventaja única e irrepetible, el llamado bono demográfico, es decir, la oportunidad de tener la proporción más elevada de la historia en población económicamente activa respecto a la población total.
Desde hace una década la competitividad de México, dentro del concierto internacional, ha venido cayendo, pero el punto ahora es que cualquier agenda, en cualquier tipo de organización gubernamental o privada, se erige la competitividad como un aspecto central de las políticas públicas, bien sean estas económicas, sociales e inclusive políticas.
La educación, la ciencia y la tecnología -dijo- están indisolublemente unidas al tema de la competitividad y por ende al progreso económico. De manera similar, en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se tiene la evidencia de que el 50 por ciento del crecimiento de productos en sus países miembros proviene del factor conocimiento, mismo que contiene la educación, la ciencia y la tecnología.
Es evidente que los grandes objetivos de la educación, la ciencia y la tecnología están unidos en una misma causa: Incrementar la capacidad científica y tecnológica y, al mismo tiempo, elevar la competitividad y la innovación en las empresas y el país. Se trata básicamente de una tarea a cargo del Estado mexicano y no de actores u organizaciones aisladas.
Reconoció que México ha hecho un enorme esfuerzo por elevar la escolaridad media, pero nuevamente en las comparaciones internacionales quedamos a la zaga. El Programa Sectorial de Educación se plantea en la escolaridad per cápita para la población mayor de 15 años una meta ambiciosa: pasar de 8.4 en 2006 a 9.7 en el 2012; tal meta es una muestra fehaciente del esfuerzo enorme que tendrá que hacerse para que cada año el promedio de incremento en la escolaridad de los mexicanos sea el equivalente a dos meses más.
Para que se puedan lograr estas metas son necesarios mayores recursos, ya que mientras el costo promedio per cápita de los alumnos de escuelas públicas mexicanas de primaria y secundaria es de 1,793 dólares, el correspondiente a la Organización para la Cooperación y del Desarrollo Económico (OCDE) es de 6,190, un factor de casi 3.5 veces superior.
La competitividad no se agota en lo económico, sino que tiene su dimensión social y política. Los centros de educación superior tienen una especial responsabilidad para considerarlo de esa manera al ejercer sus funciones básicas de formación de recursos humanos, producir nuevos conocimientos y difundir la cultura; en esos propósitos, el papel histórico de las Instituciones de Educación Superior ha sido participar en la lucha contra la desigualdad, la exclusión social y la pobreza, agregó.
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