LA LACTANCIA MATERNA AYUDA A PREVENIR EL REFLUJO EN RECIEN NACIDOS
René Dávila
MÉXICO.-Una de las preocupaciones más frecuentes en los padres de recién nacidos es el reflujo, que afecta al 80 por ciento de los niños prematuros y al 20 por ciento en bebés que cumplieron su periodo de gestación normal, señalan especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
La lactancia materna beneficia positivamente en la prevención del reflujo, ya que el contacto entre madre e hijo ayuda al desarrollo neuroconductual del menor y además la acidez de la leche de la madre favorece su rápida digestión, siendo breve su estancia en el estómago.
Durante 2007, se otorgó 33 mil 140 consultas por reflujo, en todos sus niveles de atención en el país, en niños menores de un año y se practicaron 47 procedimientos quirúrgicos por este padecimiento. Al año, el Seguro Social atiende más de 612 mil 677 nacimientos en todo el país.
La doctora Blanca Medina González, médico especialista en Pediatría y Neonatología del Hospital General 2 A Troncoso del IMSS, aseguró que los síntomas pueden ser variados de acuerdo al desarrollo de cada infante y pueden presentar: irritabilidad, arqueo en la postura, acidez estomacal y, en algunos casos, el pequeño sufre trastornos del sueño y su crecimiento no corresponde con los parámetros establecidos.
El reflujo se debe a una inmadurez del cardias, la válvula que regula el paso de la comida del esófago al estómago. Después de la ingestión del alimento, el cardias, en lugar de permanecer bien sellado, permite el ascenso de gran parte del contenido gástrico.
Algunos factores que determinan la presencia del reflujo son la inmadurez neurológica, que generalmente padecen los niños prematuros conocido como “fisiológico”, debido a que en el transcurso de las semanas o meses se va controlando con medidas especiales que adopta la madre en torno a la alimentación y postura del bebé, según lo indique el pediatra.
Estos síntomas pueden presentarse también porque los niños son sometidos a cirugías esofágicas para corregir alguna malformación al nacer o cuando el bebé no tiene la suficiente madurez neurológica y presenta alteraciones en el proceso de la deglución.
Cuando el menor llega a tener complicaciones por el reflujo, éstas se manifiestan con repetidas infecciones respiratorias, inflamación bronquial, desnutrición, falta de respiración y síndrome de mala absorción intestinal, es decir, que el niño por esta causa no aprovecha los nutrientes suficientes en su cuerpo.
Los datos que aporte la madre serán determinantes en el diagnóstico del menor, éstos se complementarán con estudios de laboratorio y gabinete así como exámenes que ayudarán a conocer el estado del esófago, estómago y duodeno.
La prueba “estándar de oro” para determinar el reflujo es la PH metría, la cual consiste en registrar la acidez del esófago durante 24 horas, por medio de la instalación de una sonda a través de la nariz.
El tratamiento del reflujo se realiza con medicamentos, pero cuando los menores no responden al tratamiento y los síntomas son cada vez más persistentes, se recurre a la cirugía, que consiste en estrechar la válvula que regula el paso de la comida del esófago al estómago.
Algunas medidas para disminuir el malestar: el bebé no debe dormir de espalda, lo ideal es que lo haga recostado sobre el lado izquierdo; dar de comer en pequeñas porciones, debido a que la ingesta de grandes cantidades propicia el reflujo; en ocasiones se sugiere espesar un poco la leche que toman para favorecer la correcta digestión y disminuir los síntomas.
René Dávila
MÉXICO.-Una de las preocupaciones más frecuentes en los padres de recién nacidos es el reflujo, que afecta al 80 por ciento de los niños prematuros y al 20 por ciento en bebés que cumplieron su periodo de gestación normal, señalan especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
La lactancia materna beneficia positivamente en la prevención del reflujo, ya que el contacto entre madre e hijo ayuda al desarrollo neuroconductual del menor y además la acidez de la leche de la madre favorece su rápida digestión, siendo breve su estancia en el estómago.
Durante 2007, se otorgó 33 mil 140 consultas por reflujo, en todos sus niveles de atención en el país, en niños menores de un año y se practicaron 47 procedimientos quirúrgicos por este padecimiento. Al año, el Seguro Social atiende más de 612 mil 677 nacimientos en todo el país.
La doctora Blanca Medina González, médico especialista en Pediatría y Neonatología del Hospital General 2 A Troncoso del IMSS, aseguró que los síntomas pueden ser variados de acuerdo al desarrollo de cada infante y pueden presentar: irritabilidad, arqueo en la postura, acidez estomacal y, en algunos casos, el pequeño sufre trastornos del sueño y su crecimiento no corresponde con los parámetros establecidos.
El reflujo se debe a una inmadurez del cardias, la válvula que regula el paso de la comida del esófago al estómago. Después de la ingestión del alimento, el cardias, en lugar de permanecer bien sellado, permite el ascenso de gran parte del contenido gástrico.
Algunos factores que determinan la presencia del reflujo son la inmadurez neurológica, que generalmente padecen los niños prematuros conocido como “fisiológico”, debido a que en el transcurso de las semanas o meses se va controlando con medidas especiales que adopta la madre en torno a la alimentación y postura del bebé, según lo indique el pediatra.
Estos síntomas pueden presentarse también porque los niños son sometidos a cirugías esofágicas para corregir alguna malformación al nacer o cuando el bebé no tiene la suficiente madurez neurológica y presenta alteraciones en el proceso de la deglución.
Cuando el menor llega a tener complicaciones por el reflujo, éstas se manifiestan con repetidas infecciones respiratorias, inflamación bronquial, desnutrición, falta de respiración y síndrome de mala absorción intestinal, es decir, que el niño por esta causa no aprovecha los nutrientes suficientes en su cuerpo.
Los datos que aporte la madre serán determinantes en el diagnóstico del menor, éstos se complementarán con estudios de laboratorio y gabinete así como exámenes que ayudarán a conocer el estado del esófago, estómago y duodeno.
La prueba “estándar de oro” para determinar el reflujo es la PH metría, la cual consiste en registrar la acidez del esófago durante 24 horas, por medio de la instalación de una sonda a través de la nariz.
El tratamiento del reflujo se realiza con medicamentos, pero cuando los menores no responden al tratamiento y los síntomas son cada vez más persistentes, se recurre a la cirugía, que consiste en estrechar la válvula que regula el paso de la comida del esófago al estómago.
Algunas medidas para disminuir el malestar: el bebé no debe dormir de espalda, lo ideal es que lo haga recostado sobre el lado izquierdo; dar de comer en pequeñas porciones, debido a que la ingesta de grandes cantidades propicia el reflujo; en ocasiones se sugiere espesar un poco la leche que toman para favorecer la correcta digestión y disminuir los síntomas.
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