DE CADA 100 PERSONAS MAYORES DE 60 AÑOS, UNA TIENE ENFERMEDAD DE PARKINSON
René Dávila
MÉXICO.-En nuestro país, el Parkinson afecta a 1% de la población mayor de 60 años y es la enfermedad neuro-degenerativa más frecuente, que de no atenderse de manera oportuna y adecuada, puede ocasionar discapacidad total del paciente, con su consecuente sufrimiento, aseguró Marie-Catherine Boll, jefa del Departamento de Investigación Clínica del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN) “Manuel Velasco Suárez”.
En entrevista, señaló que la prevalencia de casos diagnosticados es de 200 por cada 100 mil habitantes, pero se estima que existe un 30% de pacientes sin diagnosticar Esta cifra aumenta conforme incrementa la edad, de tal manera que en población mayor de 80 años, la tasa es de 400 a 500 por cada 100 mil habitantes.
Sólo en el INNN se atienden mil 200 pacientes con esta enfermedad y se reciben 240 nuevos cada año y se prevé un incremento ante el aumento de los años que vive una persona y, por lo tanto, de la cantidad de adultos mayores.
Por lo anterior, es necesario encontrar alternativas de diagnóstico y tratamiento. En estudios experimentales, el grupo de investigación de Neuroquímica del INNN encontró que esta enfermedad presenta un cambio bioquímico específico, llamado marcador, que no se encuentra en quienes no la tienen, el problema es que sólo se puede medir en líquido cefalorraquídeo, por lo que trabajan para ver si lo pueden detectar en suero.
La Enfermedad de Parkinson es crónica y degenerativa y se presenta cuando se daña un neurotransmisor llamado dopamina, que se encuentra en el cerebro y juega un importante papel en la habilidad para controlar las funciones motrices o los movimientos.
Los síntomas comunes son el temblor de reposo, que por lo general es el inicial, comienza en una extremidad y después se generaliza en todo el cuerpo; rigidez muscular (Hipertonía), y lentitud (Bradicinesia), es decir, los movimientos se hacen muy lentos, ocasionando que el paciente se tarde el doble de tiempo o más en realizar actividades, por sencillas que sean.
También puede tener trastornos de la marcha -pasos pequeños y pérdida de balanceo normal de los brazos al caminar-; trastornos del equilibrio y, por lo tanto, con frecuencia sufren caídas; seborrea en la cara y el cuero cabelludo; exceso de saliva; inexpresividad facial; alteraciones de la voz porque se hace lenta, con tono bajo y ronco, y depresión.
Debido a todos estos síntomas, el paciente ve alterada, sobre todo, su funcionalidad, las actividades cotidianas como vestirse, bañarse, abotonarse, rasurarse, peinarse, darse vuelta en la cama, utilizar los cubiertos, cocinar o manejar; esto hace que se aísle, se vuelva dependiente y se afecte su estado de ánimo.
Al respecto, Bruno Estañol, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, reconoció que la mayoría de casos se detecta tardíamente, a veces porque no presenta el síntoma de temblor o aun cuando lo tiene, no acude al médico por desconocimiento de la enfermedad y cree que esta alteración es propia de la edad.
Enfatizó en la necesidad de que un paciente con Parkinson reciba tratamiento para controlar los síntomas e insertarse a la vida social normal, pues se cuenta con una variedad de medicamentos que están disponibles de manera gratuita en el ISSSTE, el IMSS y otras instituciones de seguridad social, como por ejemplo agonistas dopaminérgicos con levodopa; anticolinérgicos como biperideno, triexitenidilo, y otros que facilitan su control, sin necesidad de recurrir a la neurocirugía funcional.
Si el paciente no recibe tratamiento, la enfermedad evoluciona y hacen sentirlo como si estuviera “encerrado en una coraza”, rígido y tieso, encogido, con dificultad severa para deglutir y hablar, deterioro intelectual y depresión, situación que lo hace más susceptible a padecer neumonía o infecciones graves que le causan la muerte.
Aclaró que hay otro tipo de Parkinson, llamado parkinsonismo medicamentoso, que se desarrolla por el abuso en el uso de medicamentos como metoclopramida; vasodilatadores, como sinarisina o plunarisina; antipsicóticos y neurotrópicos como aloperidol. No obstante, al interrumpir su uso, desaparece el parkinsonismo.
Se desconoce la causa de esta enfermedad, pero se cree que hay aspectos infecciosos, genéticos, envejecimiento prematuro y tóxicos relacionados. Al deberse a un desequilibrio neuroquímico, los síntomas aparecen cuando empieza a disminuir la secreción del neurotransmisor llamado Dopamina.
Ambos especialistas coincidieron en que además del tratamiento farmacológico, el paciente debe recibir terapia física y psicomotriz y, de ser posible, asistir a grupos de ayuda mutua, como el que sesiona en el INNN, en donde encuentra apoyo y comprensión al verse rodeado de personas con características similares.
René Dávila
MÉXICO.-En nuestro país, el Parkinson afecta a 1% de la población mayor de 60 años y es la enfermedad neuro-degenerativa más frecuente, que de no atenderse de manera oportuna y adecuada, puede ocasionar discapacidad total del paciente, con su consecuente sufrimiento, aseguró Marie-Catherine Boll, jefa del Departamento de Investigación Clínica del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN) “Manuel Velasco Suárez”.
En entrevista, señaló que la prevalencia de casos diagnosticados es de 200 por cada 100 mil habitantes, pero se estima que existe un 30% de pacientes sin diagnosticar Esta cifra aumenta conforme incrementa la edad, de tal manera que en población mayor de 80 años, la tasa es de 400 a 500 por cada 100 mil habitantes.
Sólo en el INNN se atienden mil 200 pacientes con esta enfermedad y se reciben 240 nuevos cada año y se prevé un incremento ante el aumento de los años que vive una persona y, por lo tanto, de la cantidad de adultos mayores.
Por lo anterior, es necesario encontrar alternativas de diagnóstico y tratamiento. En estudios experimentales, el grupo de investigación de Neuroquímica del INNN encontró que esta enfermedad presenta un cambio bioquímico específico, llamado marcador, que no se encuentra en quienes no la tienen, el problema es que sólo se puede medir en líquido cefalorraquídeo, por lo que trabajan para ver si lo pueden detectar en suero.
La Enfermedad de Parkinson es crónica y degenerativa y se presenta cuando se daña un neurotransmisor llamado dopamina, que se encuentra en el cerebro y juega un importante papel en la habilidad para controlar las funciones motrices o los movimientos.
Los síntomas comunes son el temblor de reposo, que por lo general es el inicial, comienza en una extremidad y después se generaliza en todo el cuerpo; rigidez muscular (Hipertonía), y lentitud (Bradicinesia), es decir, los movimientos se hacen muy lentos, ocasionando que el paciente se tarde el doble de tiempo o más en realizar actividades, por sencillas que sean.
También puede tener trastornos de la marcha -pasos pequeños y pérdida de balanceo normal de los brazos al caminar-; trastornos del equilibrio y, por lo tanto, con frecuencia sufren caídas; seborrea en la cara y el cuero cabelludo; exceso de saliva; inexpresividad facial; alteraciones de la voz porque se hace lenta, con tono bajo y ronco, y depresión.
Debido a todos estos síntomas, el paciente ve alterada, sobre todo, su funcionalidad, las actividades cotidianas como vestirse, bañarse, abotonarse, rasurarse, peinarse, darse vuelta en la cama, utilizar los cubiertos, cocinar o manejar; esto hace que se aísle, se vuelva dependiente y se afecte su estado de ánimo.
Al respecto, Bruno Estañol, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, reconoció que la mayoría de casos se detecta tardíamente, a veces porque no presenta el síntoma de temblor o aun cuando lo tiene, no acude al médico por desconocimiento de la enfermedad y cree que esta alteración es propia de la edad.
Enfatizó en la necesidad de que un paciente con Parkinson reciba tratamiento para controlar los síntomas e insertarse a la vida social normal, pues se cuenta con una variedad de medicamentos que están disponibles de manera gratuita en el ISSSTE, el IMSS y otras instituciones de seguridad social, como por ejemplo agonistas dopaminérgicos con levodopa; anticolinérgicos como biperideno, triexitenidilo, y otros que facilitan su control, sin necesidad de recurrir a la neurocirugía funcional.
Si el paciente no recibe tratamiento, la enfermedad evoluciona y hacen sentirlo como si estuviera “encerrado en una coraza”, rígido y tieso, encogido, con dificultad severa para deglutir y hablar, deterioro intelectual y depresión, situación que lo hace más susceptible a padecer neumonía o infecciones graves que le causan la muerte.
Aclaró que hay otro tipo de Parkinson, llamado parkinsonismo medicamentoso, que se desarrolla por el abuso en el uso de medicamentos como metoclopramida; vasodilatadores, como sinarisina o plunarisina; antipsicóticos y neurotrópicos como aloperidol. No obstante, al interrumpir su uso, desaparece el parkinsonismo.
Se desconoce la causa de esta enfermedad, pero se cree que hay aspectos infecciosos, genéticos, envejecimiento prematuro y tóxicos relacionados. Al deberse a un desequilibrio neuroquímico, los síntomas aparecen cuando empieza a disminuir la secreción del neurotransmisor llamado Dopamina.
Ambos especialistas coincidieron en que además del tratamiento farmacológico, el paciente debe recibir terapia física y psicomotriz y, de ser posible, asistir a grupos de ayuda mutua, como el que sesiona en el INNN, en donde encuentra apoyo y comprensión al verse rodeado de personas con características similares.
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