HEPATITIS C, COBRA VÍCTIMAS ENTRE MIGRANTES


HEPATITIS C, COBRA VÍCTIMAS ENTRE MIGRANTES

René Dávila
3 de diciembre de 2007

MÉXICO.- Los migrantes figuran entre la gente más expuesta, ya que su forma de vida los coloca ante situaciones de alto riesgo, como son el uso de jeringas contaminadas, tatuarse en talleres sin certificación médica o las relaciones sexuales con diferentes parejas y sin protección (uso del condón).
Personas que no reciben información oportuna y detallada sobre los riesgos que enfrentan, lo cual ha generado que –conforme se han elevado las tasas de migración- aumente la prevalencia de la enfermedad hepática, sobretodo en zonas fronterizas, como el estado de Baja California (el que mayor paso de migrantes registra), que tiene un 3.5 por ciento de su población afectada, equivalente a unas 60 mil personas, que son portadoras del virus.
Una creencia popular y equivocada, es que la hepatitis C únicamente se contagia por transfusiones sanguíneas, cuando la realidad es la principal fuente de transmisión, pero cada vez son más los casos derivados del uso de jeringas infectadas, punzones no esterilizados o nuevos para tatuaje y perforaciones en la piel, prácticas que se disparan entre los migrantes y viajeros constantes.
Es por ello, que la hepatitis C se perfila como una las amenazas globales en el siglo XXI, ya que las migraciones que se dan en el mundo contribuyen a la expansión de esta enfermedad altamente contagiosa.
Un recuento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la hepatitis C (VHC) ha infectado unos 180 millones de personas en el mundo. Las más altas tasas de contagio se dan en Mongolia y algunas regiones de África, zonas en las cuales se registra una intensa migración. En la América, Brasil es la nación con más casos, en tanto que en México afecta a cerca de 1.7 millones de personas infectadas.
La hepatitis C es una enfermedad infecciosa que es contagiada por un virus y la transmisión se da principalmente por vía sanguínea. Se trata de un padecimiento grave, pues ataca al hígado, uno de los órganos encargados de combatir infecciones y detener hemorragias, además de que cumple tareas como la eliminación de medicamentos, drogas y otras sustancias tóxicas de la sangre, e incluso es una reserva de energía que el cuerpo humano emplea en casos de emergencia.
De acuerdo con distintos reportes médicos, comparan el riesgo de estar infectados por el VHC quienes recibieron una transfusión sanguínea antes de 1995 (posteriormente se establecieron pruebas para eliminar sangre contaminada), las personas que han sido sometidas a alguna cirugía, las que usaron drogas inyectadas y aquellas que han estado expuestas a sangre o fluidos corporales infectados.
Las víctimas de la hepatitis C que desconocen que sufren la enfermedad son numerosas y entre ellas figuran los migrantes, que en los más de los casos no cuentan con servicios médicos.
Silenciosa amenaza
La infección crónica causada por el virus de la hepatitis C (VHC) es asintomática, es decir que no da señales y por ello es conocida como una enfermedad silenciosa. En ocasiones sus manifestaciones son cansancio y fatiga, pérdida del apetito, dolor muscular y articular, ansiedad/depresión y dolor leve en la zona superior del abdomen, que en muchas ocasiones son confundidos con malestares pasajeros u otros problemas de salud.
La población en riesgo de contagio debe extremar la atención sobre los síntomas, pues cuando el VHC no se trata a tiempo llega a provocar cirrosis y cáncer de hígado, haciendo necesario un trasplante hepático o causar la muerte. Uno de los tratamientos para la hepatitis C más novedoso es una combinación: peginterferon alfa 2a (inyección) más ribavirina (tabletas), que cura alrededor de 7 de cada 10 personas infectadas. Hasta el momento no existe vacuna para el VHC y por ello es importante que los pacientes sepan que en caso de detectar el virus rápidamente aumenta sus probabilidades de curación. Quienes pertenecen a los grupos de alto riesgo, pero no presentan síntomas, pueden despejar dudas realizándose la prueba ELISA para hepatitis C, que se emplea desde 1992 para detectar sangre infectada con el virus de la hepatitis y otros.
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